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Coincidir - Cristopher e Irene

Saray y Mario

Meses después de que Cristopher e Irene se dieran el sí quiero recibí una muy grata sorpresa, ambos tenían aún más ganas de ponerse delante de mi cámara, aún tenían más ganas de lucir aquel traje y aquel vestido, más ganas de darse amor y que éste fuera inmortalizado.

Su boda se celebró en Chiclana, pueblo natal de ambos, y querían que el escenario de su postboda no se alejara mucho de la esencia gaditana que tanto Cristopher como Irene radiaban. Vejer de la Frontera sería el lugar elegido, una localidad increíble para inmortalizar recuerdos, sus calles blancas, sus patios andaluces, sus miradores con horizontes infinitos.

Irene volvía a estar espectacular, es una castigo demasiado duro para un vestido de novia ser solamente lucido en un único día. Comenzamos con una luz aún demasiado dura para las tomas de video que tenía en mente, así que nos refugiamos en una antiguo castillo que nos dio la sombra necesaria para poder empezar a llenar mi tarjeta de memoria con recuerdos.

Recorrimos el casco antiguo, deteniéndonos en casa esquina, en cada portal digno de ser fotografiado. Yo miraba el visor de mi cámara, viendo todo lo recogido, observando con tristeza que ya no quedaban más calles que recoger pero yo aún tenía más planes para Cristopher e Irene, quería disfrutar de la sierra gaditana.

Salimos de Vejer con su silueta dorada aún presente en el retrovisor y nos dirigimos hacia las Rutas de las Quebradas, a escasos 10 minutos de la localidad gaditana. Allí el escenario iba a ser totalmente distinto, verde, verde y más verde nos iba a acompañar. Sendero tras sendero pudimos alcanzar el punto más alto del recorrido situado en una pequeña colina que nos permitía poder disfrutar de unas vistas espectaculares. Monte tras monte se apilaban delante de nosotros mientras los últimos rayos del sol teñían la escena con un toque anaranjado que hacía de aquel lugar un sitio mágico.

Con apenas luz pudimos volver a bajar, y cuando ya creía que todo había acabado, fueron Cristopher e Irene los que me sorprendieron a mi. Ambos sacaron varias bengalas de palillo, de esas que cuándo éramos niños sujetábamos mientras corríamos para dejar una estela de chistas tras nuestra espalda. Encontré un lugar donde aún podía aprovechar los últimos rayos del sol para inmortalizar las últimas escenas de amor entre ambos.

Disfruto con cada tarde como ésta, en la que Cristopher e Irene le pudieron dar rienda suelta a su amor para que éste fuera captado en forma de un recuerdo imborrable.