Love in Paris - Lorena & David

Paris

Siempre que digo que soy muy afortunado por formar parte en la aventura de las emociones y el amor pero hay días en los que te sientes aún más afortunado, uno de esos días en los que recibes una propuesta insólita: ¿Qué tal Joaquín, cómo te viene hacer la semana que viene nuestro preboda en París?

Y así empezó esta locura de tres días recorriendo calles parisinas, lugares de película, dónde ahora David y Lorena eran losa auténticos protagonistas. Nunca había estado en París, y descubrir la ciudad de la luz de la mano de mi cámara, acompañado por mi camarada fotógrafo Rafa, fue más de lo que nunca llegué a pedir.

Acomodándonos en los asientos del avión íbamos ultimando el recorrido, muchas calles, muchos rincones para una visita exprés de tan sólo dos días, había que elegir bien la ruta a seguir… la Torre Eiffel, el Museo del Louvre, el Barrio de los Pintores, la Basílica del Sagrado Corazón, la Ribera del río Sena, …

La torre Eiffel fue la primera parada tras bajarnos del avión, era noche cerrada ya, la luz se nos había escapado hacia horas, pero las ganas por empezar a darle rienda suelta a la creatividad y poner a Lorena y David delante de la cámara eran infinitas. Recuerdo que kilómetros antes de llegar, ya la veías brillar por sí sola, aquella torre que sólo habías visto en las películas y que ahora tenías tan cerca, mientras más te acercabas más aumentaba la sensación de belleza. No había que hacer mucho más, sólo ponerlos a ellos junto aquel derroche de luminosidad y el plano se deslizaba solo hacia mi tarjeta de memoria.

El cariño y el amor que se tenían Lorena y David hacían el resto para completar postales para el recuerdo.

Tocaba descansar, tras un viaje (no muy largo) y una noche repleta de flashes. El siguiente día iba a ser una de esas jornadas de trabajo que siempre sueñas tener, recorrer una ciudad cómo la de París acompañado por tu cámara y una pareja dispuesta a darlo todo.

Recorrimos decenas de kilómetros en metro para detenernos primeramente en el Barrio de los Pintores, cientos de caballetes se extendían por una plazoleta inundada por el arte, por el olor a carboncillo y a óleo, por la textura de un lienzo en blanco. Seguidamente nos situamos bajo las escaleras de la Basílica del Sagrado Corazón, majestuosa con el skyline de París a sus pies.

Los planos se aglutinaban en mi cámara hasta llegar a aquel molino rojo tan conocido por todos: Moulin Rouge. No fue tarea fácil encontrar el momento sin mucho público delante nuestra, es un lugar emblemático, digno de ser fotografiado y responsable de numerosas aglomeraciones de curiosos.

La segunda noche no iba a ser menos especial que la primera, dejamos la increíble arquitectura del Louvre para ser admirada con la luz de la luna presente. El escenario para aquel que no haya tenido la oportunidad de contemplarlo es más que obligatorio. Los focos se reflejaban en las fuentes desplegando una cortina de agua y luz mágica, la pirámide de cristal surgía como si de la nada se tratase para hacer realidad el sueño de Lorena y David: un preboda en la ciudad del amor.

Nuestra aventura francesa llegaba a su fin, disfrutamos de nuevo de la Torre Eiffel (ahora con luz natural), de sus jardines, de ese carrusel apostado a sus pies que de alguna forma nos devuelve parte del niño que llevamos dentro. Qué lugar con tanta magia.

Nos despedimos contemplando la ribera del Sena y su Notre Damme, para punto de alguna forma el punto y final a aquel viaje.

Gracias y gracias pareja, gracias Rafa por hacerme disfrutar tanto de personas cómo vosotros y no poner frontera ninguna a mi trabajo.

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