Noelia y Antonio

Noelia y Antonio

Un verano lleno de historias, un verano con sabor a un amor añejo, de aquellos que perduran a lo largo del tiempo. Era el amor perenne que irradiaban Noelia y Antonio. Risas, una barra de bar, una calada a un cigarro y un par de cervezas, era la esencia de ambos, la cual me dieron la oportunidad de disfrutar.

El calor iba a apretar en Triana, era julio, y hasta el atardecer, el sol no iba a dejar de ser el protagonista. El salón del hogar de Noelia era el elegido para aquellos preparativos, que siempre se me hacen cortos, por muy temprano que aparezca mi cámara, son momentos llenos de ilusión, de emotividad, se sentimiento puro, que me gustaría que nunca acabasen.

AC Hotel by Marriott nos esperaba para la inmortalizar los momentos previos del sí quiero de Antonio. Una habitación de hotel cuidada al más mínimo detalle, una cafetera que no paraba de funcionar, un chaqué reluciente y una familia que arroparía al novio hasta el mismo altar.

Llegadas los ocho de la tarde, todos nos encontramos en Casa Sotohermoso, en plena Avenida de La Palmera. Antonio descorchaba botellas de champán, aún no había llegado Noelia, pero no era motivo para retrasar su felicidad y poderla compartir de esta forma, con los allí presentes. Junto a un compañero de decenas de batallas, Antonio Ojeda, vi como Noelia por fin se bajaba de aquel vehículo para emprender un recorrido custodiada por su hermano y cientos de miradas de admiración.

Durante la ceremonia se sucedieron lecturas que marcan, que hacen muesca en el corazón, lecturas procedentes de familiares, amigos, e hijo. Toda esta vorágine de sentimientos terminó en unos votos memorables que se dedicaron Noelia y Antonio mutuamente. Arroz y hojas de olivos marcaron el final de aquella ceremonia que concluyó con la noche presente y la ayuda de los flashes.

El jazz sonaba en aquel jardín decorado para la ocasión. Durante la cena, las felicitaciones se intercambiaban, los abrazos, el sonido del saxofón dotaba a la escena de un toque idílico, de ensueño. Poco a poco, el cóctel dio paso a la “party mode”. Nos adentramos en el interior de Casa Sotohermoso, hasta llegar a uno de sus majestuosos salones. Lámparas de araña y lienzos pertenecientes a otra época.

La noche terminaría entre bailes, risas, confesiones al oído que escapasen del fuerte volumen musical allí vivido. Un día más me pude sentir más que afortunado al poder presenciar un día tan especial para dos personas que solo hicieron tratarme con todo su cariño, amabilidad y sencillez. Me encanta contar historias.

Antonio Ojeda

AC Hotel Ciudad de Sevilla

Casa Sotohermoso