Paula y Eduardo

Paula y Eduardo

2021 daba el pistoletazo de salida, era 5 de junio, en Córdoba, aunque no iba a hacer el calor previsto para ser verano en la ciudad andaluza. Habían sido meses muy largos, de muchísima espera e incertidumbre, el invierno más largo que recuerdo (maldita pandemia), sin una fecha certera para volver a hacer lo que más me llena de vida. Pero toda pesadilla tiene un final, que da lugar a un nuevo comienzo, ese era el día de Paula y Eduardo.

Iba a ser una boda súper especial, cargada de muchos momentos especiales, sorpresas, Eduardo tenía más que preparada la pieza que le iba a tocar con su violín al hombro a su futura esposa nada más entrar esta por la puerta del santuario.

El día, no os voy a engañar, comenzó con nubes negras sobre nuestras cabezas, una tormenta se avecinaba sobre Córdoba, lo que hizo que muchos de los planes cambiasen, todo pasó a ser una boda de interior, pero con las mismas ganas e ilusión que si se hubiera podido hacer todo en los jardines de Santa Rosa.

Una ceremonia más que emotiva, solemne, acompañada por un coro, del cual ambos eran miembros, que no hizo más que engrandecer aquel momento lleno de magia. Tras el arroz, uno de los momentos que yo me guardo para mi memoria, de forma escalonada el coro empezó a tararear “La Chica de ayer” de Antonio Vega a la cual se unieron Edu y Paula. ¡¡¡Qué voces!!!

Recuerdo con detalle lo corto que se me hizo la sesión de exteriores con ellos, esa química entre ambos, esas miradas, caricias, las ganas de darlo todo delante de mi cámara… los 20 minutos me parecieron 20 segundos. En muchas ocasiones, me encantaría mover vuestro timing y así alargar más el tiempo con vosotros, para que el video se llene de esos momentos en los cuales sólo estáis vosotros dos y mi cámara.

Tras un banquete repleto de sorpresas, de cantes improvisados, de bailes orquestados entre mesa y mesa, llegó otro de esos momentos que perduran en mi retina: el baile de Edu y Pau. Y es que en mitad del mismo empezó a llover, todo estaba previsto para el interior, pero quisimos aprovechar la tregua del cielo que no nos respetó ni los 3 minutos de canción. Al contrario de lo que yo creía que pasaría cuando el suelo empezaba a cubrirse de gotas, Edu, Pau, sus padres, hermanos, amigos siguieron bailando bajo la lluvia. Cubrí mi objetivo con la palma de mi mano izquierda y seguí inmortalizando ese momento mágico, el agua cubría los trajes y vestidos, pero nada iba a detener aquel baile.

Ya solo faltaba la fiesta, y digo “solo” cómo si fuese poco. Edu con su violín al hombro, Pau con su percusión le pusieron a la fiesta el ritmo que yo nunca había visto en unos novios, nadie se quedó sin cantar, saltar, bailar las canciones que ambos tocaban. Leds, confeti, música en directo…todo organizado para que aquella fiesta fuese épica y vaya, si lo fue.

Me quedo con que a veces los días especiales no empiezan cómo uno se los espera, sino que quedan para siempre en nuestro recuerdo por los sentimientos y emociones que disfrutamos durante el mismo. Gracias por hacerme sentir otra vez vivo desde de tan largo letargo.

Matilde Cano

opalophotos

Cortijo Santa Rosa

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